Siempre que escucho su nombre, me acuerdo de una conversación que tuvimos, hace años, frente a Dead Moon Records. No es que aquella charla marcara mi vida de ninguna manera, ni que nos hiciéramos el uno al otro ningún tipo de confesión. Nada de eso. Simplemente su nombre está asociado inseparablemente para mí a ese momento que, estando cada vez más lejano, se ha ido simplificando hasta convertirse en algo cada vez más parecido a un sueño: estamos en esa calle del Raval y todo brilla porque se está poniendo el sol. Especialmente su camiseta blanca y las latas rojas que tenemos en la mano. Es un viernes de verano y la sensación de libertad que irradia ese día de la semana también baña toda la escena como las ondas de un sol de otra dimensión. Ella habla sobre un libro del que yo he escrito hace poco, pero el libro también se va desvaneciendo y solo recordaría su título si lo buscara en la estantería.
¡MERECE LA PENA, Juanjo! MUCHAS GRACIAS por este DELICIOSO artículo ❤️
La merece, sin duda.
La merece, sin duda.