El Bacon de Sylvester Stallone: una investigación (2)
Mal gusto, estrellas de cine y genios de la pintura.
La semana pasada os contaba cómo esta foto del saloncito de Sylvester Stallone despertó mi curiosidad debido a que tenía colgado un cuadro de Francis Bacon, un pintor por el que tengo especial predilección desde hace años.
Decidí que quería saber algo más del cuadro así que averigüé que la imagen que me había llamado la atención formaba parte de un reportaje que la revista AD le había dedicado en 1997 a la casa de Miami del actor (más imágenes a continuación ya que, por suerte, sigue en su web). En el texto que acompañaba a las fotos, Stallone aprovechaba para presentarse como un auténtico experto en decoración y el artífice de aquél colosal pastiche al que había ido dando forma desde su adquisición unos años antes.
El actor citaba una larga lista de inspiraciones que juntas conformaban un moodboard descaradamente excesivo y pomposo: la Capilla Sixtina, Versace, el Hotel Ritz de París, el estilo Imperio, el estilo Regencia o los palazzos barrocos venecianos.
Hablando expresamente del atrio, la habitación en la que colgaba el cuadro de Bacon, supurando dolor y derrota (literalmente la figura de la derecha muestra una herida sangrante en un pie), el reportaje afirmaba: “Aquí es donde el actor habitualmente mira la tele”. Sobre un sofá descansan, seguramente colocadas estratégicamente por un miembro del equipo de producción, unas gafas y lo que parece ser un guión.
Relacioné inmediatamente la amalgama decorativa del cuarto de estar de Sylvester con el estudio del propio Bacon, que para mí siempre ha sido la definición perfecta del caos: una masa informe de imágenes recortadas, libros, pinceles, botes de pintura, cajas vacías, lienzos a medio terminar, bocetos arrugados y platos sucios, todos amontonados en una habitación bastante pequeña si uno tiene en cuenta el tamaño habitual de los cuadros que salían de allí.
Esa confusión, como la explosión de lujo de la casa de Sly, también era buscada; a Bacon le inspiraba: “Me siento bien en medio de este caos porque el caos me sugiere imágenes”, dijo en una ocasión, quizá para disculparse delante de alguien ante el desastre. Bacon se tomaba muy en serio a sí mismo, pero no carecía tampoco de sentido del humor como podemos apreciar en varias de sus entrevistas.
Pero volvamos al cuadro. Era la primera vez que lo veía, al menos que yo recordara, por lo que no sabía absolutamente nada sobre él. En el pie de la foto en cuestión se afirmaba que el cuadro de la pared se titulaba, Isis and the Sphinx y que había sido pintado por Bacon en 1983. Por tanto, era de la misma época que el cuadro que yo había visto en Zaragoza, que tenía fecha de 1984. Por su parte, la exposición maña había sido en 1996, solo unos meses antes de la publicación del artículo de AD.
Quise saber un poco más sobre el cuadro, pero al teclear su título en Google no obtuve ningún resultado más que el propio artículo que ya estaba leyendo y varias referencias al repliegue del Estado Islámico (por gentileza de la palabra “Isis”).
Me extrañó mucho que una obra de Bacon, que obviamente era importante por su tamaño y por su belleza, y que además pertenecía a un actor tan conocido, tuviera una presencia casi nula en internet. Seguí buscando ese mismo día, a ratos, algo más de información, pero sin éxito.
Luego, la verdad, lo olvidé y seguí con mi vida. Aunque en aquellos días mi vida consistía sobre todo en fantasear con una vida mejor debido a que estábamos en mayo de 2020 y encerrados por orden gubernamental y, bueno, así eran las cosas durante aquellos días.
A la mañana siguiente, gracias a esa virtud (a veces defecto), que consiste en dejar abiertas las pestañas del navegador con las que tengo “algo pendiente”, volví a encontrarme con la foto. Mientras me tomaba el primer café de la mañana, me comprometí a encontrar ese día algo de información sobre el cuadro o al menos aclarar un poco el misterio. ¿Era realmente un cuadro de Francis Bacon? ¿O quizá habían engañado a Stallone vendiéndole un supuesto Bacon que no aparecía en ningún catálogo? La mínima posibilidad de que eso hubiera ocurrido realmente me hacía temblar de excitación.
Continuará la semana que viene.